sábado, 29 de octubre de 2016

Despedirme y volver a componerme a través de una canción. Crecer a ras del compás. A destiempo. En un contrapunto. Ser la tesitura tras el agobio de las calles. Las rutinas. Los amores a corto plazo. Like living in Guantanamera. Ser esa colgada; la del canto. El desgarro. Sí es que muero para volver al vuelo. A mi nido de sonetos. Y es que siempre estoy haciendo malabares a ras del abismo. Siempre siendo impuntual. Para la resignación. Yo digo que levantemos la bandera. Si revolución aprieta. Que se duerman los XXI sí faltan principios perdidos. Manifiesto mi gusto por el galope. Por las llamas. Tal es mi enamoramiento por la sensación libertad. Ahora que sé que es ser emigrante. Dentro de un sistema de inviernos. Supongo que esa es la magia de vivir. Y yo fijándome en los claros. Mientras a mis pies todo es tranvía. Pasos rápidos. Luces de policía. Y yo celebrando carnavales. Escribiendo aventuras a máquina de escribir. Cuando el mundo clama por Dios. Sí es que siempre fui a contracorriente. Amiga del ajeno. Paseando por la avenida del barquito de canela. Escuchando a poetas. Pagando mi compromiso con el arte. Fiel a los recargos de la factura. Que las letras acomodan.

lunes, 4 de julio de 2016

Danzar con un vestido de seda. De la mano del abismo. Que suba la condena. Vida o muerte. El modus operandi acabará en segunda.  Escribo tanto. Y a la vez tan poco. Busco algo suave. Levitar a través del verso. Busco tentar a la suerte. El consuelo o los brazos de Judas. El arte. Despedido el amor. Todo tuerce, ma. Duele lento. Me juego el pecho. El resto. Hey go. La rama del todo o nada. O me olvido de lo que fuimos. O me quedo sin aliento. Que presión. A mí cualquiera me puede matar. Pero lo insano me hace inmortal. Uf. Brindis por sí todo falla.

viernes, 3 de junio de 2016



Yo vivo muriendo. Tras un quizás. Acepto que todo falle ahí afuera. Y es que yo sí que sé complicarme. Lo cierto es que no pido un rescate. Gozo de mi desvío. En el que me encuentro más muerta que viva. Pura adrenalina. Sí es que yo vivo a tientas. Pero con las prisas que lleva el diablo. Y lo mío es una caja de Pandora. Mi bendita puta locura por apostarlo todo. Sedaví al alba. Le digo a la muerte. Y lo cierto es que me sabe agria esta vida con el dulce dulzor de las letras. Pues son mi jaque mate. Los versos del Rap. El swing. El tune o la melodía. Te juro. Que sonrío. Que respiro. Que no llevo soga al cuello. O K23 en la sien. Esperando a un despiste. En verdad, presumo. Alguien debe de quererme por ahí arriba. Ahora comprendo el juego.



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Lo cierto es que soy un desastre. Un libro sin prólogo. Las páginas. El verso obsidiano. Aquel que corrompe con la rima consonante. Soy un cúmulo de fracasos. La pasión de la mediocridad. La humilde pretensión del amor sincero. El tedio o la frustración del delincuente que huye de la realidad. Aquella que golpea a cada paso. Y es que nunca fui más que letras en caos constante. Una revolución. Lo mío es batalla, un juego genuino. Por eso nunca levanto bandera blanca. Pues no controlo mis ganas. Por vivir. Nadar hacia la orilla aunque ahogue la presión.


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Mi rima es más atenta

desde que encontré la calma

bailo a cada verso

el pasado ya no aprieta

para que inspiración ahogue

pues mi vida entera es una poesía

dulce libertad

la

dolce vita

viernes, 27 de mayo de 2016

Coleccionando cicatrices


Recuerdo tu encanto. La sonrisa tonta. El esperanto en tu espalda. Tus ojos. La voz que calmaba a las arpías. Me tendiste la mano. En la tempestad de mi pasado. Pensé que eras cielo. Y me cobijé tras tus alas. Me enamoraste. Luego faltaste. Una y otra vez. Me visitaron los demonios en tu ausencia. Me preguntaron por ti. Caí en sus redes. Me mostraste que mi corazón también latía. Para rompermerlo después. Aprendí a echarte de menos a plazos. A esperarte. Por sí volvías. Y mientras perderme entre las garras de mi mente. Que oscuridad. Y que cárcel. Yo aguardando por tu regreso. Y tú mientras viviendo. Quiero aclarar. Siempre me gustaron las sombras. Las ruinas de mis errores. Mis ojeras. Lidiar con mis demonios. Siempre fui un desastre. Esperaba ser el tuyo. Pues escribo por engañar a soledad. Soy de pluma. De amar alocadamente. De verdad. Caigo y me levanto. Entre tanta espina. No voy a engañarte. Ando celebrando que estoy viva. Cuando la vida mata. He tropezado a cada paso. Te he conocido. Y he creído necesitarte para escapar de este infierno. Cuando lo cierto es que nunca he salido de él. Y por eso soy feliz a veces. Te mentiría si te dijera que no te estoy queriendo. El dolor siempre me ha estado haciendo trizas. Me equivoqué. Creí en amor verdadero. Un recíproco.
Ahora dejame decirte que. Huiré del amor por no errar más.



viernes, 6 de mayo de 2016

De letras sinceras. Esa loca va de tal vaina. El engaño. Y la crueldad de las palabras. Es como paliar el dolor mediante el desajuste del amor. Ella es infierno. El vestido de escarcha. Las garras. Del alcohol. La calma de la lectura.  O el fracaso. Las ruinas. El pecado. Jodido su hechizo. No sé mañana. Pero hoy quiero equivocarme. Quiero pasearme por aquellos lunares. Susurrarle. O simplemente pararme. Fumarme un cigarro. Bajar de la nube. Y contentarme con imaginarme un beso. De tal musa. Porque ella es como el grito. El desgarre. De la herida. Huye. Por sí escuece el paseo del ajeno. Por tal infierno. Porque ella no es interludio. Ni parnaso. Ella es esperanto. Con el alma hecho a trizas. No cree en permanentes. Piensa a lo grande. Como una diosa. Sin hogar. Sin acompañante. O compa de trinchera.